miércoles, 19 de abril de 2017

CRÓNICAS: "Así es la rosa" - Alejandro Cerezo Ortigosa

ASÍ ES LA ROSA


Mª Stma. de las Penas en Pozos Dulces. Suena "¡Cuanto te amaba!" de Juan A. Gómez Navarro 
por la Asociación Musical Utrerana 


Las Penas es una hermandad reconocible, al menos en sus líneas básicas. Hasta tal punto que una buena cantidad de cofrades se hallan en la nómina de la Cofradía porque, con las lógicas diferencias en la gestión de los sucesivos mandatos, se identifican con un modo de entender la vida en Hermandad y la estación de penitencia en su personalísimo lenguaje.

Un lenguaje que, si bien hoy día la práctica totalidad de las cofradías de Málaga han venido a sumarse -o intentarlo al menos- lo cierto es que, hace veinte años, suponía un reducto no exento de polémica, con hermandades como Las Penas a la cabeza.

Pero es que (con la distancia es mejor explicarlo) no se trataba de la ausencia de arbotantes delanteros o del guion al hombro y demás pamplinas transcendentes; sino de hoy perogrulladas, sí, que en su momento no lo fueron tanto. Ni todas las albacerías se detenían a limpiar la plata, ni todas usaban patrimonio noble para los cultos, ni se cuidaba la liturgia, ni cada estreno que se encargaba tenía su seguimiento concienzudo.

Sin embargo, eso siempre fue Las Penas. Y hoy, en las circunstancias en que se encuentra, a la espera de la normalización estructural que le otorgue un cabildo de elecciones, convenía más que nunca que la estación penitencial se desarrollase en el mayor silencio posible. Y no silencio físico, del que nunca ha faltado en Las Penas cada Martes Santo; sino del silencio y la invisibilidad en la gestión de la puesta en escena. Que fuese heredera de unas bases impregnadas dentro y fuera de la Hermandad y las supiera sacar al sol de la calle Pozos Dulces. Las Penas en la calle nunca ha tenido rostros.

Esto, honestamente, en este 2017 se ha logrado. Las Penas ofreció una imagen reconocible –algo que, también, le otorga el marco urbano de su itinerario asentado- que no sólo aleja fantasmas de inestabilidad, sino que también, de seguro, reconfortará a quienes han vivido tantas estaciones de penitencia vistiendo el hábito de Las Penas y se han visto rodeados de los mismos balcones, han oído la misma música y se han sentido formando parte de una comitiva como las de costumbre. En síntesis, han reconocido a su Cofradía.


Quiérase o no, la estación de penitencia es el mayor altavoz de una Cofradía. Las Penas a través del altavoz de su Martes Santo ha venido entonando un mensaje de normalidad, de ritual –que no rutina-, de identidad consigo misma. Y con ello se han redactado, simbólicamente, unas buenas líneas de la necesaria citación a cabildo de elecciones. Así sea.

Alejandro Cerezo Ortigosa
Redactor Jefe de El Cabildo
Colaborador de Diario Sur