viernes, 24 de abril de 2015

MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LA ESTACIÓN DE PENITENCIA

Estimados hermanos,
La Misa de Acción de Gracias por la pasada Estación Penitencial tendrá lugar mañana sábado 25 de abril del presente, a las 20 horas en la Parroquia de los Santos Mártires en conjunto con todas las Hermandades de la feligresía.
Presidirá el Párroco Rvdo. P. D. Federico Cortés Jiménez.
Os esperamos. 

jueves, 23 de abril de 2015

CRUZ DE MAYO EN LAS PENAS

Para fomentar la armonía y la convivencia fraterna, no debemos cejar en la posibilidad de organizar eventos que propicien nuevos encuentros entre los hermanos de la Cofradía, amigos y familiares, especialmente tras la reciente Estación de Penitencia celebrada en la pasada Semana Santa. Por ello, es por lo que el próximo 16 de mayo la hermandad celebrará una CRUZ DE MAYO que tendrá lugar en la plazuela Virgen de las Penas y que además, tendrá continuidad con la participación de la Corporación, un año más, en La Noche en Blanco.

La Fiesta de la Cruz o “cruz de mayo”, es como sabemos una celebración muy extendida en toda Andalucía con mayor o menor protagonismo de las acciones litúrgicas y religiosas asociadas a ella. El proceso de cristianización de esta fiesta relacionada con la exaltación de la naturaleza, conlleva la atribución de su origen al siglo IV, relacionando el 3 de mayo con la celebración de la Invención de la Cruz, conmemorando el hallazgo en el año 326 por Elena, madre del emperador Constantino, de la Cruz donde murió Cristo. Esta celebración católica desaparece tras el Concilio Vaticano II. No obstante en Andalucía, las primeras referencias de celebraciones de Cruces de Mayo se remontan del siglo XVII, con la aparición de las hermandades en torno al símbolo cristiano de la Cruz.

Amén de las archiconocidas cruces granadinas o cordobesas con importantes derivaciones lúdico-festivas, particularmente destacables son las fiestas en torno a la Cruz que se celebran en multitud de localidades de la provincia de Huelva (Bonares, Villarrasa, Lucena del Puerto o La Palma del Condado) especialmente asociadas a las Hermandades y con gran peso religioso.  

En la provincia de Málaga también se ofrendan anualmente distintos homenajes a la Santa Cruz, especialmente asociados a las cofradías de la Vera-Cruz y con especial predicamento en Alhaurín El Grande o Alozaina. En la Axarquía lucen especialmente las Cruces de Frigiliana o Torrox.

Por último, en la capital, las distintas cofradías de penitencia, gracias a los espacios ganados por las casas de hermandad en distintos entornos del centro histórico y barrios colindantes, también se están prodigando en la organización de verbenas y reuniones en torno a la Cruz, lo que sin duda están reforzando los lazos internos entre hermanos y, de paso, están llenando de colorido y ambiente popular las calles y plazas de nuestra ciudad creando una verdadera ruta primaveral de encuentro y convivencia cofrade.

Las Penas se une a celebrar esta fiesta secular en un entorno privilegiado, junto al viejo lienzo de muralla de la ciudad, y lo hará con un distendido ambiente familiar, buena carta y a precios muy económicos.


El horario será de 13.00 a 19.00 h. Os esperamos. 

lunes, 20 de abril de 2015

ACTUALIZACIÓN DE WEB CORPORATIVA: Incorporación de las Reglas de la Hermandad.

Estimado Hermano,

En el margen izquierdo de la página principal de la web institucional, sección Descargas, se ha insertado un ejemplar en PDF de las vigentes Reglas Corporativas de nuestro Instituto para conocimiento de todos los hermanos. 

Recibe un fraternal abrazo.
El Comisario Episcopal,
Fdo. Manuel Gordillo Flores.

martes, 7 de abril de 2015

ESTACIÓN DE PENITENCIA 2015. CRÓNICA: "Con la caricia del amor de su gente"

La mejor noticia para nuestra Corporación Nazarena en este 2015 sin duda acaecía cuando en la clepsidra del tiempo despuntaba la tarde de un nuevo Martes Santo y se repetía el ritual nazareno que hace nacer la cofradía a la ciudad al compás grave, austero, de «Cristo de la Agonía» de Abel Moreno. La mejor noticia, decimos, porque cuando sus penitentes comenzaban a recorrer el mapa mudo de los sentimientos, atrás quedaban las pulsiones y sobresaltos internos, y atrás dejábamos unos meses intensos a la par que duros y sacrificados. La cofradía nuevamente derramándose a gusto con su reguero penitencial de enhiestos nazarenos, perfección y detalles en cada gesto, en cada requiebro de su itinerario.

En ello reparó la informadora de La Opinión de Málaga, Marina Fernández, cuando escribía «No se notó que la hermandad está intervenida. Y ese es el mejor piropo. Renacer no está de más siempre y cuando sea para mejorar y destilar humildad.»

Todo volvió a ser como siempre. O como nunca. Quién sabe. En ese renacer, las Penas en su año cero se libró de complejos e injustos personalismos, y en un ejercicio de catarsis colectiva, volvió a ejemplificar su identidad nazarena, sin arredrarse a los dimes y diretes, al margen de facciones o discursos interesados. A Málaga sorprendió precisamente eso, que no se echó de menos a nadie, y que libre de hipotecas, con su maquinaria bien engrasada y coordinada, los miembros de mayordomía de procesión, albacería, vestuario y capataces, fundamentalmente, que no se exponen, que no se ven, que no están en los medios de comunicación, se liaron la manta a la cabeza, se remangaron, y en un ejercicio de responsabilidad y coherencia, pusieron la cofradía en la calle con el mejor de los discursos plásticos posibles enhebrado en ese acostumbrado trasfondo espiritual.

Por eso, «la realidad es que se dio como acostumbra», proseguía la informadora  «Las mismas marchas, el mismo mimo y cuidado a la hora de poner los enseres en la calle. La singularidad de sus titulares, tallas devocionales que parecieran hablar con la mirada».

Con estos mimbres, cuando la cruz de guía de Villarreal se echó a la calle escoltada por dos faroles, afluyendo el cortejo a esas primeras callejas de su itinerario, las que como bien escribía por su parte, Pablo Bujalance en Malaga Hoy, no hace mucho tiempo «estaban habitualmente vacías», rápidamente se fueron llenando de   «abuelos guiados de la mano de sus nietos, de visitantes asombrados ante la rectitud del desfile entre pasajes tan estrechos». No es la primera vez que se escribe sobre esa plástica estampa, casi de otro tiempo, donde se apostan incondicionales que no están dispuestos «a perder, como cada año, la ocasión de contemplar el corazón de Málaga sujeto en este puño».

Y así todo, apreciar a las Penas derramándose por Compañía, Fajardo y Nueva, con esos contraluces únicos, se antoja como una estampa que aunque reciente cada vez gana más adeptos y aguarda todo el año en las retinas capillitas. Esos imponentes evangelistas del trono del Señor de la Agonía apareciendo por la esquina del hotel Ítaca. Las bellotas del palio de la Virgen de las Penas viviendo su particular romance de primavera con los balcones decimonónicos de la calle Nueva mientras se mecía con las notas de «Cachorro» de Gámez Laserna. Estampas únicas a la par que clásicas y medidas.

Más tarde, con la tarde ya vencida por el abatimiento solar, entre fragores de barrio, Victoria y Nueva Málaga, la cofradía se aposentó en el recorrido oficial con su marca de centro pero con mejores maneras que otras veces, ganando espacio sosegadamente, e imprimiendo al cortejo compacta complexión y cierre de filas ante la amenaza de agentes externos de la Alameda Principal.

La noche templada se explayaba a su gusto cuando la Hermandad llegaba a la Catedral y empezaban a ser otros los matices que tomaban protagonismo. Hiperbólico lienzo de armonía el que ofrecen las cofradías que acceden por el patio de los naranjos al primer templo de la ciudad. Desde cualquier esquina de Císter, Santa María o San Agustín, se adivinan encuadres únicos en que parece que los elementos se han puesto ahí ex profeso para el discurrir de los cortejos en una conjugación perfecta. Las luces justas, la completa paleta de colores, la monumentalidad de los edificios colindantes, el olor de los naranjos estallados. Todo lo exacto para el deleite cofradiero.

En el interior, un año más, la cofradía vivió sus instantes cenitales, aquéllos que se dan a la reconversión. A la renovación espiritual de un nutrido cortejo de hermanos que tenía mucho en lo que pensar y sobre lo que reflexionar. A ello nos ayudó, mientras nos postrábamos ante el Santísimo, las lecturas y meditaciones que corrieron a cargo de nuestro querido hermano Rafael López Taza, actual hermano mayor de la Cena, y nuestra fiscal, Carmen Arija Soutullo. El Papa Francisco nos aleccionaba así esta Cuaresma: «El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres». La estación, la parada en el centro de peregrinación de ese Pueblo de Dios que también se identificó con esos hermanos cristianos de Irak o Siria, un pueblo de Jesús, abandonado en el frío hacia un oscuro destino.

El itinerario de regreso a Pozos Dulces cuajó, como no podía ser de otra manera, estampas que serán difíciles de olvidar, aunque en el debe de la corporación siga latente el lunar de la plaza de Uncibay donde nuevamente acumuló algunos minutos de retraso alrededor de las once y media de la noche.

Mientras tanto, en San Agustín, hubo tiempo para enfrentarse a esa Verdad infinita que es el Cristo de la Agonía dejándose la vida humana entre las rejas y vergeles agustinos. Toda la tarde lo hemos visto en una explosión infantil de globos, bolas de cera, cornetas y tambores. Pero al llegar al palacio de Buenavista, un silencio lacerado nos despojaba de vanidades y complacencias. Lo absurdo de la vida terrena resbalando por esa espalda de martirio infame, y en su cabeza, en la frente mordida de espinos, hallábamos el significado de la palabra abandono y soledad. Indescifrables como las que sirvieron de título a la marcha que ponía música a tan angosto pasaje: Dios Padre, Dios del Amor. Dios y Amor, una misma cosa, en la desvalida mirada del Hombre que muere por nosotros.

Y si nos había costado mantener la mirada con tan cruel estampa, no menos dolor nos causaría la de la Virgen de las Penas cuando se aleja, atribulada y sola, quebrando balcones y dinteles, al trazo melancólico de «A la memoria de mi Padre». La estampa abrumadora desafía el desarrollo de la ortodoxia procesional. Produce desazón, revuelo, calma tensa, un tobogán de emociones. Por eso se arrancó la saetera sin esperar a que finalizase la marcha, con esa oración desgarrada. Y nacieron aplausos. Y cayeron pétalos. Y se apretó la bulla. Y luego a la vuelta por la vera de la derruida muralla veíamos como se volvía a levantar para acoger el milagro del paso del Crucificado colgado entre balcones y del joyero de luz que es el palio de la Madre de las Penas cuando perfila las esquinas nocturnas repoblándolas de belleza.

Es verdad. Nunca estuvimos a la altura de Ellos. Por eso en la tarde del Martes Santo nos medimos en esos errores cometidos, y en esa significación penitencial de nuestra obra colectiva, seguro que quien más quien menos tuvo algo sobre lo que recapacitar. Y así volvimos a darle sentido a nuestra pertenencia. A nuestra conciencia de identidad. A ser y a formar parte de Las Penas en ese tortuoso itinerario de sugestiones. A la que llegamos para amar en un romance delirante con todas las esquinas de su paraíso. Y es en eso en lo que ahora sí reparamos puesto que el amor es el único hilo conductor válido para legitimarnos en ella. El amor todo lo puede. Sin duda. Por eso salió Las Penas a las calles. Como siempre o como nunca. Porque lo hizo con la caricia del amor de su gente.

Reseñas de PRENSA:


Las fotos incluidas en la noticia corresponden a nuestro hermano Luis Manuel Gómez Pozo y se publican en el siguiente sitio web: AZUL Y PLATA: Galería de imágenes de la hermandad