lunes, 23 de diciembre de 2013

LA MÚSICA DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LAS PENAS (X): El legado de don Pedro Gámez Laserna

¿Murió don Pedro Gámez Laserna o sigue vivo en los tambores de la banda de Soria? se preguntaba el maestro Antonio Burgos cuando en enero de 1988 recordaba en ABC a ese compositor con alma que llegó a Sevilla por puro azar como algún otro y que se hizo con la ciudad como la ciudad se apoderaría de él.

En efecto, don Pedro Gámez Laserna, (Jódar 1907-Sevilla 1987) sigue vivo no ya sólo en el recuerdo de aquella mítica banda de música a la que dirigió sino también en las infinitas ocasiones en que tenemos hoy día para escuchar los ejemplos de su legendaria obra. Nuevamente Mateo Olaya nos pone sobre aviso acerca de la dimensión del músico en cuestión pues le reconoce con su aportación un esencial papel dignificador de las formaciones de viento frecuentemente minusvaloradas.

Como apunte biográfico diremos que el maestro Gámez se inicia en la banda de su localidad natal, en la provincia de Jaén, para ingresar posteriormente en la banda de Música del Regimiento de Infantería de la Reina nº 2 con guarnición en Córdoba, primero como trombón y luego más tarde en el papel de trompa, instrumento en el que se especializaría. También fue requerido por el Ayuntamiento para que ayudase al relanzamiento de una Banda Municipal en precarias condiciones internas. Su estancia en Córdoba le serviría para cualificarse notablemente y dar el salto a Madrid donde ingresaría en la banda sinfónica Municipal y ganaría posteriormente por oposición la primera plaza en el cuerpo de directores de música militares en 1945.

Tras una breve experiencia en prácticas en la Inmemorial del Rey número 1, regresa a Córdoba para tomar posesión de la dirección de la Música del Regimiento de Infantería de Lepanto nº 2, donde estaría hasta 1957 y con ella a su cargo se desarrollaría la llamada “etapa cordobesa” en la vida y obra del maestro aun cuando, como decíamos, había crecido como instrumentista en la banda municipal e incluso ya había compuesto “Santísimo Cristo de la Misericordia” e “Impresiones Cordobesas”.

Y es que aunque a Gámez se le conozca fundamentalmente por las marchas que compuso para Sevilla  no es menos cierto que su obra no puede entenderse sin las aportaciones que realizó para la ciudad califal pues no en vano recuperó el género en esa hermosa ciudad tras un cierto letargo y dejó, entre otras, el soberbio binomio dedicado a la hermandad de la Buena Muerte conformado por “Saeta Cordobesa” y “Salve Regina Martyrum”, piezas ambas que también se han interpretado en los últimos años tras los pasos de la Virgen de las Penas además de las sevillanas más conocidas.

De “Saeta Cordobesa” diremos, en palabras de Olaya nuevamente, que es la pieza sobre la que Gámez Laserna asienta las bases paradigmáticas y crea el modelo que a la postre daría forma a otras composiciones para la ciudad de Sevilla. Es el himno oficioso de la Semana Santa de Córdoba tal como “Amarguras” pueda serlo para Sevilla, o “Nuestro Padre Jesús” para Jaén. El autor no inventa el recurso de la saeta pero sí lo lleva arrebatadoramente al extremo, a un frenesí musical, enrevesando la melodía en las maderas, sobre una trama armónica y contrapuntística perfectamente urdida no sólo sobre el pasaje en cuestión sino durante toda la partitura.

Y es en enero de 1957 cuando destinado a la dirección de la Música del Regimiento de Soria nº 9, con guarnición en Sevilla, se inicia la llamada etapa sevillana –la más prolífica- del autor, ciudad que le acogería cálidamente y en la que viviría hasta el final de sus días. En plena madurez, don Pedro Gámez compone en 1959 “Pasa la Virgen Macarena”, una joya que apunta evidentes variantes estéticas en el género aún sin llegar a romper ni traicionar su sello acuñado hasta entonces. Pero sí, efectivamente, Pasa la Macarena –como es conocida vulgarmente- es un punto de inflexión en su obra ya que como siempre dijo fue la Esperanza la que le llevó a componer para Sevilla. Además, y simbólicamente, Gámez sucede a Farfán tanto a los mandos de Soria 9 como en la reanudación de ese estilo alegre, vibrante y pletórico adornado de cornetas aunque no se detiene ahí pues como bien advierte Francisco Pastor, “si Farfán renueva el género aportando a la marcha procesional originalísimas melodías y atrevidas instrumentaciones –incluyendo el uso estelar de las cornetas- Gámez Laserna lo consolida elevando su nivel con tres cualidades características de su música: solemnidad, elegancia y brillantez técnica”.

¿A quién no se le ha grabado a fuego en la retina el prodigioso trío de Pasa la Macarena en esa magistral transposición a la partitura del meloso movimiento “sobre los pies” del paso de palio de la Esperanza tras el que iba, precisamente batuta en mano, el propio maestro? Con Pasa la Macarena, Gámez ingresa en el inaccesible olimpo de las glorias sevillanas, en la historia de su Semana Santa y se gana un hueco en el corazón de los macarenos así como en la frecuentemente olvidadiza memoria colectiva por esa sinfonía que para siempre nos lleva a identificarla con un majestuoso paso de palio, las mariquillas, los perfiles de un rostro y los capirotes verdes en la calle Feria. En un video que les adjuntamos se lo cuenta la Esperanza. 

Dicho esto, como habíamos comentado con Farfán, por el repertorio de Nuestra Madre de las Penas han pasado casi todas las composiciones de Gámez Laserna por lo que resulta innecesario centrarnos en las que lo conforman actualmente puesto que lo que realmente interesa aquí es poner en valor el hermoso denominador común de su bagaje, como decíamos, denso y magistral.

Al tesoro dedicado a la Virgen de San Gil, se unirían otras perlas como “María Santísima del Subterráneo” (1961) o “Nuestra Señora del Socorro” (1962) hasta llegar a “El Cachorro –Saeta Sevillana-” (1967) en la que vuelve a reeditar brillantemente la Cordobesa, de la que incluso Pastor señala que tal vez sea su obra cumbre y en la que revela una vez más su innegable talento artístico. Como anécdota diremos que para la componer la saetilla de la parte final el maestro se desplazó hasta Castilleja de la Cuesta, localidad en la que residía un saetero amigo suyo al que pidió que le cantara una saeta -en pleno verano- para transcribirla prodigiosamente a la partitura. La obra posee tal calidad armónica –prosigue Pastor- que no es de extrañar que Norberto Almandoz, de influyente opinión musical en Sevilla dada su condición de Director del Conservatorio Superior de Música, al escuchar la interpretación de esta marcha piropeara de esta forma al maestro Gámez Laserna: “Maestro, es Vd. el Rey de la Armonía, el Julio Romero de Torres de la música”. La marcha, solemne y de gran carga sinfónica, rompe tras la saetilla en el tutti fuerte en do mayor con la que concluye triunfalmente la obra.

Luego, ya retirado de su actividad profesional, vendrían nuevas e importantes piezas como “Nuestra Señora del Patrocinio” (1969) con su imponente trío, “Sevilla Cofradiera” (1972) que además de su envolvente armonía es un ejemplo de precisión hasta en su nominación, con exacta utilización del adjetivo y no del sustantivo adjetivado que se viene prodigando en los últimos tiempos, o “La Sagrada Cena” (1980), tras todas las cuales Gámez se ganó el prestigio y el reconocimiento de corporaciones nazarenas e innumerables compañeros de profesión y discípulos como José de la Vega o el propio Pedro Morales que en muchas ocasiones mostró su gratitud al maestro pues le había enseñado la armonía, el contrapunto y la fuga “como nadie”.

En definitiva, el talento de Gámez como instrumentador alcanza límites insospechados y en este sentido, Pastor destaca que “Cristo de la Sed” (1973) merece mención aparte por cuando destaca la creatividad en el desarrollo armónico y el empleo del contrapunto.

Don Pedro fallece el 25 de diciembre de 1987, habiéndose ganado el afecto y el respeto de todos cuantos le conocieron. Sus honras fúnebres se celebraron en la Basílica de la Macarena pues como no podía ser de otra manera llegó a ser un gran devoto de la Esperanza y por expreso deseo suyo la banda de Soria 9 interpretó “Pasa la Virgen Macarena”, en una entrañable paradoja de joviales compases para el consuelo de los presentes.

Felizmente, más de dos décadas después de su muerte, el legado de Gámez Laserna está plenamente vigente en el discurrir escénico de nuestras cofradías y es por ello por lo que se hace difícil pensar que el maestro nos dejara un día de Navidad cuando su personalidad está tan presente en la mecida de cientos de bambalinas y en el recuerdo de muchas frías madrugadas de aguardiente. Y es que a don Pedro no lo ha olvidado nadie y es por eso por lo que, como escribió Burgos, resucita cada primavera poniendo su música a esa Semana Santa eterna de la memoria. 

"Saeta Sevillana - El Cachorro"
Martes Santo de 2013
Miraflores Gibraljaire
Curva a calle Nueva

"Saeta Cordobesa"
Traslado extraordinario al Oratorio
de la Hermandad de las Penas
Banda de la Archicofradía de la Expiración
Curva de Fajardo a Compañía


"Nuestra Señora del Patrocinio"
Martes Santo de 2013
Miraflores Gibraljaire
Calle Pozos Dulces.



"Pasa la Virgen Macarena"
Martes Santo de 2013
Miraflores Gibraljaire
calle Granada-Plaza del Carbón
(a partir minuto 2.00)

"Sevilla cofradiera"
Concierto en la Parroquia del Carmen de Málaga
Maestro Tejera
Sevilla

"La Sagrada Cena"
Procesión extraordinaria 75 aniversario 
María Santísima del Rosario de Málaga
Maestro Tejera
Calle Strachan.




"María Santísima del Subterráneo"
La Esperanza Macarena en Santa Ángela
El Carmen de Salteras



"Pasa la Virgen Macarena"
La Esperanza Macarena entrando en la plaza de la Campana
El Carmen de Salteras

"Salve Regina Martyrum"
Ntra. Sra. Reina de los Mártires
La Oliva de Salteras
Córdoba