miércoles, 28 de marzo de 2012

Carta del Mayordomo de Procesión a los participantes en la Estación de Penitencia


Queridos hermanos de Las Penas:

Han pasado ya casi todos los días de la cuaresma con sus ritos de preparación y también con los diferentes actos que la Cofradía realiza. El día se acerca y ya lo tenemos encima. Con ello llegan también los últimos preparativos, las prisas, los nervios y las miradas al cielo. La próxima semana es Semana Santa y el Martes Santo estaremos, Dios mediante, en las calles de Málaga.

Nuestra Estación de Penitencia ha crecido mucho en los últimos quince años, tanto en espacio como en tiempo. Las escasas cinco horas de otras épocas se han tornado ahora casi en nueve. Pero las ganas y la ilusión acumulada durante todo el año hacen que todo el tiempo junto a nuestros titulares nos parezca poco. Junto a ellos, nuestro esfuerzo se ve recompensado.

Pese a esta dilación, nunca ha sido objetivo de la Cofradía relajar sus formas ni despojarnos de nuestra seriedad. Esto hace que la nuestra no sea precisamente una estacion de penitencia cómoda, fácil y asequible. Tenemos que saber dónde vamos y a qué vamos. Vamos a rezar y vamos a vivir, por un escaso margen de tiempo, parte del sufrimiento que Jesús de la Agonía padeció por nosotros. También vamos a acompañar a María Stma. de las Penas, que tuvo que vivir para ver todas las vicisitudes por las que pasó su hijo.

Desde aquí, todo el ánimo y toda alabanza hacia el esfuerzo que hacéis cada martes santo por seguir velando por el sello de Las Penas. Por eso os queremos decir: Bravo, hermanos de Las Penas, conseguís dar sentido al concepto de Estación de Penitencia. Que quede claro a todo el mundo, los hermanos de Las Penas reivindicamos el silencio y la seriedad como verdadera penitencia nazarena. Reivindicamos nuestra compostura nazarena como un medio para, porqué no decirlo, disfrutar de la alegría de ser cristiano y ser hermano de esta corporación. Porque encontrarnos hoy todos tan cercanos a nuestros titulares debe también ser un motivo de celebración.

Sabemos que todos habéis soñado con la llegada de este día y con estar, cuanto más cerca de Ellos, mejor. Pero también tenemos que tener presentes las escrituras, dónde se nos dice que no busquemos ocupar los sitios mejores, ni orar de pie en las esquinas dónde todos puedan vernos. Por eso hoy queremos dirigir estas palabras a ese nazareno anónimo de primer tramo que se confunde en un mar de capirotes, seguramente sin ver a su querido Cristo de la Agonía o a su amada Virgen de las Penas en toda la Estación de Penitencia. También a ese portador de debajo del manto o que va pegado a la mesa, al que nadie conoce en la Cofradía porque va por dentro. Vuestro saber estar y vuestro compromiso transmiten hondos sentimientos de amor y de fe. Para vosotros nuestro aplauso, hermanos anónimos que hacéis el mayor de los esfuerzos rechazando cualquier posible beneficio.

Las críticas, como siempre, las habrá. Dentro y fuera de aquí. Pero quizá hoy, nuestro día grande, hemos de poner nuestra mente y nuestro corazón en otra cosa: eludir la crítica que nos recuerda todo lo mundano y preocuparnos más por las cosas de Dios. Que hoy nuestra oración vaya por los que más sufren, por los que pasan hambre, por los que padecen la injusticia, por los que viven pendientes de una enfermedad. Unamos nuestras voces hoy no a las de los críticos, sino a los que rezan a Jesús y a María para poder soportar el día a día.

Nuestra satisfacción, la del Hermano Mayor que también suscribe estas palabras y la mía propia como Mayordomo de Procesión, no será lo que tal o cual medio de comunicación digan mañana de nosotros. Nuestra satisfacción será veros las caras al terminar y veros sonreír con lágrimas en los ojos, quizá pensando Hoy, los hermanos de Las Penas hemos hecho algo grande juntos, algo que seguro que ha agradado a Dios.


Gracias, hermanos. Y buena Estación de Penitencia a todos.