El padre Aguilera regaló un soberbio rosario a la Virgen de las Penas
bendecido personalmente por el Papa emérito Benedicto XVI.
El pasado fin de semana finalizaron
los cultos cuaresmales que instituidos en las reglas vigentes celebra anualmente nuestra Corporación Nazarena y que han consistido en el Quinario en honor de la Sagrada Imagen del Santísimo
Cristo de la Agonía
(desde el 11 hasta el 15 de marzo, ambos inclusive) y la posterior Función Principal de Instituto en el
mediodía del domingo 16 con solemne celebración eucarística como muestra del
Amor que sus hermanos profesan a sus veneradas imágenes Titulares.
Normalmente, en el ámbito de la
religiosidad popular, el ejercicio del Quinario viene referido a la especial
dedicación a las imágenes del Señor pues tanto por su duración y nombre se
vincula simbólicamente a las cinco llagas de Cristo y deben tener un marcado
carácter penitencial en el que los cofrades nos preparamos para la llegada de
los días santos mediante ejercicios de piedad, Liturgia de la Palabra , y adoración al
Santísimo. Por ello, como viene siendo habitual, durante el transcurso del QUINARIO se celebraron distintos y variados actos de esta índole, que oficiados
en su mayoría por nuestro Director Espiritual, D. Federico Cortés Jiménez, fueron: el primer día, rezo de Vísperas,
el segundo, miércoles: Santa Misa, el día tercero, jueves: Acto
Penitencial, el viernes, Ejercicio del Santo Vía-Crucis y el sábado,
Vísperas solemnes. Todos ellos venían precedidos así mismo de Exposición, Bendición y posterior Reserva del
Santísimo, acto comunitario que sirvió para reconocer la maravillosa
presencia de Cristo invitándonos a la unión más íntima con Él.
La albacería de cultos volvió a
manifestar su buen hacer puesto que en el altar mayor se disponía el Calvario
conformado por el Señor de la
Agonía en el centro junto a la Santísima Virgen
(a su derecha) y la talla de San Juan Evangelista (a su izquierda) salpicado de
claveles rojos, relicarios, sacras y de innumerables candeleros de cera
encendida. Con respecto a otros años, las tres Imágenes Sagradas se dispusieron
más próximas entre sí ganando la estampa en plasticidad y comunión.
Por su parte, la FUNCIÓN PRINCIPAL DE INSTITUTO fue oficiada por nuestro querido hermano, el
sacerdote, D. Salvador Aguilera López,
de la Congregación
para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, venido directamente desde
Roma. Al ofertorio, esta Venerable Cofradía de Nazarenos hizo pública y solemne
Profesión de Fe.
Por su parte, durante la homilía,
Aguilera recordó a los presentes que en el segundo domingo de Cuaresma la Iglesia selecciona el
pasaje de la Transfiguración para mostrar la clave en la que
debemos vivir este tiempo, a la luz de la Pascua.
“Jesús tomo consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los
llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su
rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz”. El Evangelio nos introduce al ámbito donde descubrir la identidad
divina del Maestro, en lo alto del monte, en la oración. El sacerdote nos
recordó que esa luz es la luz de la fe que nos revela la identidad del Hijo
amado de Dios. Es la fe que transfigura la realidad pues donde naturalmente hay
penuria, dolor y muerte, se revela el amor y la Gloria de la Resurrección y no se
teme a nada.
Finalizada la Solemne Eucaristía ,
D. Salvador nos sorprendía haciéndonos entrega de un rosario para la Virgen de las Penas bendecido personalmente por el Papa emérito
S.S. Benedicto XVI a quien fue a visitar en su retiro en la ciudad del
Vaticano. Hermosísimo acto que se suma a los que se vienen celebrando por el
Cincuentenario de la bendición de la talla.
En todo momento, la ceremonia se
celebró con una cuidada puesta en escena, mediante la participación junto al
celebrante, de un cuerpo de acólitos y monaguillos que, bajo la dirección de
expertos maestros de ceremonia, acompañaron y sirvieron de singular ayuda al
sacerdote, creando la adecuada atmósfera con el objeto de invitar a prestar
especial atención al acto que se desarrollaba en el Altar.
Así mismo, se estrenó para la
ocasión el acompañamiento musical de la capilla musical Sacrum Ministriles que realizó una completa interpretación historicista
de la música sacra de los ministriles de los siglos XV al XVIII con
instrumentos históricos escogiendo principalmente piezas de grandes polifonistas del siglo de
Oro español.
Tras la Eucaristía, se impusieron los escudos de oro y a los nuevos hermanos les fue impuesta la medalla corporativa.