Aspecto del Oratorio durante la intervención del cuarteto. Julio Bravo. |
«ANIMACIÓN EN LA CIUDAD»
Relataban las crónicas locales
de ayer domingo que lo mejor de La Noche en Blanco había sido la animación de
la ciudad. Y es que la propuesta cultural que arrancaba al atardecer en
múltiples lugares del centro histórico volvió a congregar a cientos de personas
dispuestas a vivir intensamente las distintas citas que la noche del sábado fue
deparando, y que se desarrollaron hasta bien entrada la madrugada.
Inmersa desde hace algunos años
en esta atractiva vorágine, la Hermandad de las Penas volvió a abrir sus
puertas de par en par y descubrió los muchos detalles de su acervo patrimonial,
despertando la curiosidad de los muchos conciudadanos que se acercaron a
nuestras dependencias para admirar todo lo que esta Institución ha ido
atesorando con el paso de los años, y que de algún modo, forma parte ya también
del capital sentimental de la ciudad. En efecto, Las Penas dejando una vez más el
listón muy alto.
«LOS ARTISTAS MALACITANOS EN LAS PENAS: CENTRO DE LA MUESTRA»
Al filo de las ocho de la tarde,
se inauguró la Exposición «Artistas
Malacitanos en Las Penas» y en ese breve acto estuvieron presentes los
creadores que gentilmente cedieron algunos de sus trabajos para esta cita. Fue
el pistoletazo de salida para una larga noche de runrún y trasiego de personas
por las distintas salas acondicionadas para la ocasión.
Bocetos en barro de Ruiz Montes, en la Sala de Cabildos |
La entrada a la muestra se
dispuso por la puerta principal del Oratorio de Santa María Reina, presidido en
el Altar por María Santísima de las Penas acompañada por San Juan, a pocos días
de volver a ser centro de nuestras plegarias en los cultos de la Realeza.
Rodeando su perímetro, los visitantes pudieron admirar los trazos arquitectónicos
del Templo, jalonados por sus detalles artísticos, fundamentalmente las
pinturas de Raúl Berzosa, tanto las murales como los cuadros de la Galería de
los Triunfos, y cómo no, el detalle aún en papel del proyecto definitivo del
techo y los lunetos. También estuvo al alcance visual de todos, el soberbio Tabernáculo,
trabajo de talla realizado por Manolo Toledano y, a la izquierda, el Santísimo
Cristo de la Agonía, al que muchos visitantes, como viviendo un amor secreto, aprovecharon
para depositar ese beso furtivo en sus pies, entre ellos los componentes de la
banda de la Esperanza que habían tenido una actuación en San Julián. Detalle
que quedará para la historia íntima, la más hermosa, de la Hermandad.
Nuestro querido Pepe Fernández Puyet, artífice del evento, destacó la intervención del Cuarteto Brío, que desgranó un memorable concierto de música clásica y piezas sacras.
«EL TRONO DEL SEÑOR DESPERTÓ MUCHAS ADMIRACIONES»
El paso del Señor junto a trabajos de cerámica y bordados |
Una flecha hacia las escaleras
les indicaba a los curiosos por donde proseguir el itinerario, y ya en ese comedido
ascenso, comenzaron a advertir los atractivos sonidos que provenían de la
primera planta. Toques de campana, marchas procesionales, bullicio… Fue una
sorpresa para muchos encontrarse con el envolvente ambiente creado en torno a
una pantalla donde se proyectaba la salida procesional de la Hermandad. Alguno
hasta se la tragó entera.
El acceso al Coro del templo
causó asombro a otros muchos que se percataron del minucioso trabajo de las
vidrieras de Antonio Salgado y de algunos enseres de la Hermandad dispuestos
como la Cruz de Guía, los faroles de Villarreal, y el Senatus, cuyo paño fue
obra de Leopoldo Padilla, enriquecido posteriormente por el propio Mendoza.
«HUBO QUIEN TUITEÓ SUS SENSACIONES AL CONTEMPLAR EL PATRIMONIO»
Presea en oro de ley, obra de Manuel Valera |
Ya en la Sala de Cabildos, otro
eje fundamental de la exposición, hubo quien no dejó escapar la ocasión de tuitear rápidamente ese particular goce
visual al contemplar las casullas que forman parte de nuestro patrimonio
litúrgico, la corona de oro de ley que diseñara Fernando Prini y realizara
Manuel Valera, el terno bordado de San Juan, el puñal o la colección de sayas
de la Virgen de las Penas. Pero no podemos olvidarnos de las imponentes
aportaciones artísticas de Toledano o Ruiz Montes. Y es que para la ocasión
vieron la luz los bocetos en barro de los Atlantes de los laterales del excepcional
trono del Santísimo Cristo de la Redención, así como tres piezas que reflejaban
el progreso –no siempre valorado- de un trabajo de talla, hasta convertirse en
un detalle ya dorado de la crestería del trono del Nazareno del Perdón de Nueva
Málaga.
Trabajo de talla de Manuel Toledano |
Para concluir la visita, como no podía ser de otra manera, la cofradía
ofreció a todo el que quiso, un servicio de bar en la terraza, y no fueron
pocos los que llegaron hasta la última planta, ávidos de un tentempié para
reponer fuerzas y comentar lo mucho y bueno que se pudo admirar. Y al final, ocurrió lo que pasa en estos casos, que lo que iba a ser una paradita en el camino se convirtió en una prolongada velada en la
que fluyó el buen ambiente, la distensión y la cálida convivencia bajo la
agradable noche malagueña.
La Sala de Cabildos durante la Exposición |