El pasado sábado, con motivo de
La Noche en Blanco, tuvimos la ocasión de presentar el boceto definitivo del
techo del Oratorio de Santa María Reina, cuya descripción, no obstante, tuvimos ya la ocasión de adelantar en nuestro Anuario presentado la
pasada Cuaresma.
Pues bien, el autor, nuestro hermano y pintor D. Raúl Berzosa
Fernández (Málaga-1979), sin duda, se encuentra ante uno de los más hermosos,
pero también más exigentes desafíos de su corta, aunque indiscutiblemente,
consolidada trayectoria. Se trata de culminar todo el conjunto pictórico del
Templo de la Hermandad, el que iniciara en 2008, aunque para ser justos dicha terminación no
debiera entenderse sólo en términos materiales, sino que el hecho de su ejecución, además, supondrá la consumación del discurso iconográfico planteado inicialmente y que
se ha ido concretando por partes.
Berzosa tiene ante sí el reto de plasmar sobre prácticamente
120 m2 todo su genio artístico, y lo que es más importante, dotar de su
significado definitivo al planteamiento pictórico de acuerdo con el título con que está consagrado el Oratorio, y que se fundamenta en la Realeza de
la Santísima Virgen, Madre de Jesús, y por tanto intercesora de toda la obra
salvífica de su Hijo, el Redentor, prerrogativa mariana sobre la que descansa la certeza de las innumerables muestras de Fe de los hermanos de las Penas.
A continuación, reproducimos la descripción de la obra a
ejecutar:
«Toda la Obra salvífica no se puede entender sin la presencia y la
intercesión de la Madre de Dios. María es preservada del pecado y es por ello
que, los más y significativos Dogmas relativos a la Santísima Virgen se
refieren precisamente a su Inmaculada Concepción y a su Gloriosa Asunción en
cuerpo y alma a los Cielos.
La Coronación de la Virgen como Reina de Cielos y Tierra no es,
efectivamente, un Dogma de fe, no se funda en ningún texto de la Biblia, sino
que procede de un relato apócrifo atribuido a un obispo de Sardes, Melitón que
en el siglo IV fue retomado por Gregorio de Tours y posteriormente difundido
durante el siglo XIII por la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, pero
sin embargo es la culminación de un proceso dogmático sobre La que es concebida
sin mancha que no puede entenderse sin que sea creíble precisamente esa
Coronación; pues como dice el Pontífice Pío XII en su Encíclica “Ad Reginam
Coeli” si Jesucristo es Rey, la Madre que es Madre de Rey tiene que ser Reina.
Y lo es indiscutida e indiscutible, como así lo defiende la propia Hermandad.
Por ello, la Coronación de María por el Padre y el
Hijo y con la presencia del Espíritu Santo se sitúa inmediatamente después de
la Asunción (interpretación de San Jerónimo), es el centro y culmen del
referido programa pictórico a realizar. Programa que se complementa con seis
figuras que a lo largo de la historia han defendido o están relacionados con la
realza de María:
- Isaías: En Is 7,14 y 11,1ss. hay referencias
implícitas a esta privilegio, Efectivamente, el Emmanuel profetizado en Is 7,14
se reviste de las características de rey davídico en Is 11,1ss: será lleno del
espíritu profético, instaurará la justicia entre los hombres, implantará la paz
paradisíaca. La Virgen-Madre del Emmanuel debe participar, por tanto, de la
dignidad real de su Hijo.
- David: San Agustín en de nuptiis et
concupiscentia, 1,11 dice que la genealogía tuvo que ser continuada hasta José
para que en aquel singular matrimonio no quedase rebajada la preeminencia de su
sexo, sin perjudicar por eso a la verdad, puesto que tanto José como María eran
de la estirpe de David.
- S. Juan: Ap 12,1ss. La «mujer vestida de sol», de
esta visión representa primariamente a la Iglesia de los dos Testamentos, pero
en un sentido más profundo emerge también la figura de María, ataviada con las
prerrogativas de la realeza celeste.
- Pio XII: Autor de la encíclica “Ad Caeli Reginam”
sobre la proclamación de la realeza de la Santísima Virgen María, además
instaura la fiesta de María Reina, que deberá celebrarse cada año en todo el
mundo el día 31 de mayo.
- Juan Pablo II: Autor de la encíclica “Redemptoris
Mater”, donde se nos dice que la Madre de Cristo es glorificada como Reina
universal.
Estos personajes se encontrarán entre los lunetos
en el arranque de la bóveda, cada luneto contiene un óvalo central el cual
tendrá en su interior letanías alusivas a la realeza de María, dicho óvalo está
rematado por una corona y flanqueado por dos ángeles.
El centro de la composición está ocupado por la
Virgen María, sobre Ella se sitúa la Stma. Trinidad coronándola, Dios Padre con
la bola del mundo, Jesús con una Cruz y el Espíritu Santo, por encima del
Espíritu Santo se crea una abertura en las nubes, el cielo se abre para recibir
a María, y la entrada es triunfal, siendo coronada por la Stma. Trinidad.
La coronación está rodeada por numerosos ángeles y los personajes nombrados anteriormente.»