La mejor noticia para nuestra
Corporación Nazarena en este 2015 sin duda acaecía cuando en la clepsidra del tiempo despuntaba la tarde de un nuevo Martes Santo y se repetía el ritual nazareno que hace nacer la cofradía a la ciudad al compás grave, austero, de «Cristo de la Agonía » de Abel Moreno.
La mejor noticia, decimos, porque cuando sus penitentes comenzaban a recorrer
el mapa mudo de los sentimientos, atrás quedaban las pulsiones y sobresaltos
internos, y atrás dejábamos unos meses intensos a la par que duros y
sacrificados. La cofradía nuevamente derramándose a gusto con su reguero
penitencial de enhiestos nazarenos, perfección y detalles en cada gesto, en
cada requiebro de su itinerario.
En ello reparó la informadora de La Opinión de Málaga, Marina
Fernández, cuando escribía «No se notó
que la hermandad está intervenida. Y ese es el mejor piropo. Renacer no está de
más siempre y cuando sea para mejorar y destilar humildad.»
Todo volvió a ser como siempre. O
como nunca. Quién sabe. En ese renacer, las Penas en su año cero se libró de
complejos e injustos personalismos, y en un ejercicio de catarsis colectiva,
volvió a ejemplificar su identidad nazarena, sin arredrarse a los dimes y
diretes, al margen de facciones o discursos interesados. A Málaga sorprendió
precisamente eso, que no se echó de menos a nadie, y que libre de hipotecas,
con su maquinaria bien engrasada y coordinada, los miembros de mayordomía de
procesión, albacería, vestuario y capataces, fundamentalmente, que no se
exponen, que no se ven, que no están en los medios de comunicación, se liaron
la manta a la cabeza, se remangaron, y en un ejercicio de responsabilidad y coherencia,
pusieron la cofradía en la calle con el mejor de los discursos plásticos
posibles enhebrado en ese acostumbrado trasfondo espiritual.
Por eso, «la realidad es que se dio como acostumbra», proseguía la
informadora «Las mismas marchas, el mismo mimo y cuidado a
la hora de poner los enseres en la calle. La singularidad de sus titulares,
tallas devocionales que parecieran hablar con la mirada».
Con estos mimbres, cuando la cruz
de guía de Villarreal se echó a la calle escoltada por dos faroles, afluyendo el
cortejo a esas primeras callejas de su itinerario, las que como bien escribía por
su parte, Pablo Bujalance en Malaga Hoy,
no hace mucho tiempo «estaban
habitualmente vacías», rápidamente se fueron llenando de «abuelos guiados de la mano de sus nietos, de visitantes
asombrados ante la rectitud del desfile entre pasajes tan estrechos». No es la primera vez
que se escribe sobre esa plástica estampa, casi de otro tiempo, donde se
apostan incondicionales que no están dispuestos «a perder, como cada año, la ocasión de contemplar el corazón de Málaga
sujeto en este puño».
Y así todo, apreciar a las
Penas derramándose por Compañía, Fajardo y Nueva, con esos contraluces únicos,
se antoja como una estampa que aunque reciente cada vez gana más adeptos y
aguarda todo el año en las retinas capillitas. Esos imponentes evangelistas del
trono del Señor de la Agonía
apareciendo por la esquina del hotel Ítaca. Las bellotas del palio de la Virgen de las Penas
viviendo su particular romance de primavera con los balcones decimonónicos de
la calle Nueva mientras se mecía con las notas de «Cachorro» de Gámez Laserna. Estampas únicas a la par que clásicas
y medidas.
Más tarde, con la tarde ya
vencida por el abatimiento solar, entre fragores de barrio, Victoria y Nueva
Málaga, la cofradía se aposentó en el recorrido oficial con su marca de centro
pero con mejores maneras que otras veces, ganando espacio sosegadamente, e
imprimiendo al cortejo compacta complexión y cierre de filas ante la amenaza de
agentes externos de la Alameda Principal.
La noche templada se explayaba a
su gusto cuando la Hermandad
llegaba a la Catedral
y empezaban a ser otros los matices que tomaban protagonismo. Hiperbólico
lienzo de armonía el que ofrecen las cofradías que acceden por el patio de los
naranjos al primer templo de la ciudad. Desde cualquier esquina de Císter,
Santa María o San Agustín, se adivinan encuadres únicos en que parece que los elementos
se han puesto ahí ex profeso para el discurrir de los cortejos en una conjugación
perfecta. Las luces justas, la completa paleta de colores, la monumentalidad de
los edificios colindantes, el olor de los naranjos estallados. Todo lo exacto
para el deleite cofradiero.
En el interior, un año más, la
cofradía vivió sus instantes cenitales, aquéllos que se dan a la reconversión.
A la renovación espiritual de un nutrido cortejo de hermanos que tenía mucho en
lo que pensar y sobre lo que reflexionar. A ello nos ayudó, mientras nos
postrábamos ante el Santísimo, las lecturas y meditaciones que corrieron a
cargo de nuestro querido hermano Rafael López Taza, actual hermano mayor de la Cena , y nuestra fiscal,
Carmen Arija Soutullo. El Papa Francisco nos aleccionaba así esta Cuaresma: «El cristiano es aquel que permite que Dios
lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a
ser como Él, siervo de Dios y de los hombres». La estación, la
parada en el centro de peregrinación de ese Pueblo de Dios que también se
identificó con esos hermanos cristianos de Irak o Siria, un pueblo de Jesús,
abandonado en el frío hacia un oscuro destino.
El itinerario de regreso a Pozos Dulces cuajó,
como no podía ser de otra manera, estampas que serán difíciles de olvidar,
aunque en el debe de la corporación siga latente el lunar de la plaza de
Uncibay donde nuevamente acumuló algunos minutos de retraso alrededor de las
once y media de la noche.
Mientras tanto, en San Agustín, hubo tiempo
para enfrentarse a esa Verdad infinita que es el Cristo de la Agonía dejándose la vida
humana entre las rejas y vergeles agustinos. Toda la tarde lo hemos visto en
una explosión infantil de globos, bolas de cera, cornetas y tambores. Pero al
llegar al palacio de Buenavista, un silencio lacerado nos despojaba de
vanidades y complacencias. Lo absurdo de la vida terrena resbalando por esa
espalda de martirio infame, y en su cabeza, en la frente mordida de espinos, hallábamos
el significado de la palabra abandono y soledad. Indescifrables como las que
sirvieron de título a la marcha que ponía música a tan angosto pasaje: Dios
Padre, Dios del Amor. Dios y Amor, una misma cosa, en la desvalida mirada
del Hombre que muere por nosotros.
Y si nos había costado mantener la mirada con tan cruel
estampa, no menos dolor nos causaría la de la Virgen de las Penas cuando se aleja, atribulada y
sola, quebrando balcones y dinteles, al trazo melancólico de «A la memoria
de mi Padre». La estampa abrumadora desafía el desarrollo de la ortodoxia
procesional. Produce desazón, revuelo, calma tensa, un tobogán de emociones. Por
eso se arrancó la saetera sin esperar a que finalizase la marcha, con esa oración
desgarrada. Y nacieron aplausos. Y cayeron pétalos. Y se apretó la bulla. Y
luego a la vuelta por la vera de la derruida muralla veíamos como se volvía a
levantar para acoger el milagro del paso del Crucificado colgado entre balcones
y del joyero de luz que es el palio de la Madre de las Penas cuando perfila las esquinas
nocturnas repoblándolas de belleza.
Es verdad. Nunca estuvimos a la altura de
Ellos. Por eso en la tarde del Martes Santo nos medimos en esos errores
cometidos, y en esa significación penitencial de nuestra obra colectiva, seguro que quien más quien menos tuvo algo sobre
lo que recapacitar. Y así volvimos a darle sentido a nuestra pertenencia. A
nuestra conciencia de identidad. A ser y a formar parte de Las Penas en ese
tortuoso itinerario de sugestiones. A la que llegamos para amar en un romance
delirante con todas las esquinas de su paraíso. Y es en eso en lo que ahora sí reparamos
puesto que el amor es el único hilo conductor válido para legitimarnos en ella.
El amor todo lo puede. Sin duda. Por eso salió Las Penas a las calles. Como
siempre o como nunca. Porque lo hizo con la caricia del amor de su gente.
Reseñas de PRENSA:
DIARIO SUR: "La 'M' de María y la flor de lis protagonizan el manto de María Santísima de las Penas"
EL CABILDO: La cruceta musical del Martes Santo
EL MUNDO: "Martes virginal de relucientes apariciones"
EL MUNDO: "Martes virginal de relucientes apariciones"
Las fotos incluidas en la noticia corresponden a nuestro hermano Luis Manuel Gómez Pozo y se publican en el siguiente sitio web: AZUL Y PLATA: Galería de imágenes de la hermandad