«Te Deum laudamus:
te Dominum confitemur.»
Al tiempo en que se redacta esta
crónica, Nuestra venerada Madre, María Santísima de las Penas, recibe el cariño
y la fidelidad de esos hermanos y devotos que se están acercando al Oratorio
para depositar su ósculo en sus benditas manos, un emotivo acto con el que se
dará por concluido el intenso ciclo que con motivo del Cincuentenario de la
hechura y bendición de Nuestra Sagrada Titular se ha venido celebrando durante
estos últimos meses.
Han sido jornadas inolvidables,
muy emotivas, coronadas con un magnifico Triduo
Extraordinario y una función solemne
de acción de gracias que tuvo lugar el mediodía de ayer presidida por
nuestro director espiritual, Muy Ilustre Rvdo. Cura-párroco de los Santos
Mártires, Federico Cortés Jiménez.
Durante estas señaladas jornadas,
la Dolorosa
que se bendijo el 23 de octubre de 1964 en la desaparecida capilla de San José,
ha lucido esplendorosamente en un altar de cultos montado ex profeso por la
albacería de nuestra hermandad para el cual se han utilizado elementos de su trono
procesional lográndose un conjunto muy conseguido y que en nada ha desentonado
con el resto del espacio sacro incluyendo la fabulosa decoración pictórica de
la bóveda del Oratorio que ha contribuido enormemente a esa visión plástica
general.
Así mismo, el propio esquema
tipológico utilizado por Juan Casielles en el diseño del cajillo de la Virgen consistente en la
utilización de formas rectangulares centradas por una
capilla en el frontal alternada por dos más pequeñas en los extremos, y la
división en los paneles repujados mediante columnas que sostienen los moldurones
que al adelantarse se constituyen en basamento y entablamento, se asemeja
perfectamente a la predela de un altar o al banco de
un retablo, por su horizontalidad y apego a lo modular, de ahí que su
utilización para la elaboración de un altar efímero haya resultado de lo más
natural y adecuado.
El altar se ha completado con el
techo de palio y la bambalina frontal, piezas bordadas que a modo de dosel y signo de respeto,
le han servido a la Virgen
de fondo sustituyéndose el habitual de tumbilla que se coloca en la festividad
de la Realeza. Por
otro lado, el exorno ha consistido en numerosos candeleros de cera blanca y
jarras con rosas y antirrinos en tonos blancos.
Por lo demás, destacar, además
del habitual cuidado en el desarrollo litúrgico de las celebraciones
programadas, la profundidad espiritual que se le ha vuelto a dar a cada uno de los
cultos especialmente a la jornada del viernes donde tras la
Santa Misa y como muestra de júbilo
colectivo se expuso el Santísimo, se alabó al Señor con cánticos, en este caso,
con el rezo del Tedeum, un himno tradicional de
la Iglesia
católica, atribuido a San Ambrosio, con acompañamiento músico-vocal.