lunes, 17 de febrero de 2014

LA MÚSICA DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LAS PENAS (XII): Don Pedro Morales, la última leyenda viva

Cuando se repasa el repertorio una vez confeccionado cada año podemos reparar en que las marchas “Esperanza Macarena” (1968) y “Virgen de Montserrat” (1970) no son sino el merecido testimonio de gratitud que la hermandad desea seguir teniendo para con el compositor loperano D. Pedro Morales Muñoz pues no en vano aunque en los últimos años nos hayamos afanado en diversificarlo con otros grandes compositores quizás más olvidados, entendemos que la obra de este insigne músico no podía quedar postergada por cuanto que ha estado muy presente en los últimos años tras nuestra querida Virgen de las Penas y porque sin temor a equivocarnos hablamos de una leyenda viva, el último de los grandes compositores de la historia de la música procesional.

Don Pedro Morales nace, como decimos, en el municipio jiennense de Lopera en 1923. Desde muy temprana edad muestra un gran interés por la música y es a los ocho años cuando comienza a estudiarla en su pueblo natal, donde el maestro de la banda Pedro Gil Lerín le adjudica el flautín por ser el instrumento más pequeño y acorde con sus posibilidades físicas. No obstante el clarinete sería el instrumento al que se dedicaría con profesionalidad y el que le llevó a ampliar conocimientos musicales de Armonía con Pedro Gámez Laserna en la ciudad de Córdoba.

Su vida desde entonces va indisolublemente unida al maestro Gámez del que ya dimos cuenta en una entrada anterior. De hecho, ingresa en el cuerpo de músicos militares a los 20 años obteniendo plaza de sargento siendo destinado a la música militar de Córdoba, por entonces dirigida por el propio Gámez el cual le anima y prepara para que continúe sus estudios musicales en Madrid. En esta ciudad lleva a cabo los estudios de Armonía, contrapunto, fuga y dirección de orquesta y coral, preparándose una vez terminada la carrera musical para las oposiciones al cuerpo de Directores Militares con el profesor Pedro Gil Lerín.

En 1954, tras una dura oposición obtiene la plaza de Director de Música Militar dándose la circunstancia de que fue el único que aprobó en unas pruebas para cubrir 23 vacantes en el Cuerpo de Músicos Militares. Tras un breve paso por la de música del Regimento de granada 34 en Huelva, llega a Soria 9 donde durante un año acompaña en las labores de dirección a su amigo Pedro Gámez. En 1962 asciende a Capitán y opta por dirigir a la Banda de la Academia de Infantería de Toledo al frente de la cual permanece cinco años donde demuestra sus magistrales dotes de dirección. Ya en 1967 regresa definitivamente a Sevilla, esta vez como Director de la Música del Regimiento de Infantería Soria 9, sustituyendo en el cargo al que hasta entonces había sido su director titular Pedro Gámez Laserna. En ella, permanece como director, hasta el año de que jubilación en 1983, un año más tarde en 1984 es Abel Moreno Gómez, quien toma el testigo de esta prestigiosa banda. Bajo su dirección el Soria 9, alcanza cotas inusitadas, siendo premiada en numerosos espectáculos y congresos. Bajo su dirección el Soria 9 graba los siguientes discos de marchas procesionales. ( Nuevas Marchas de la Semana Santa de Sevilla 1971, Marchas de la Pasión en Sevilla 1972,  Nuevas Marchas Cofradieras 1982,  Nuevas Marchas Cofradieras 1984 ). En estos discos van apareciendo sus primeras composiciones musicales para la Semana Santa Sevillana.

En cuanto al aspecto compositivo, como no podía ser de otra manera, Pedro Morales se inspira en sus antecesores musicales sobre todo con Farfán y con el que siempre ha considerado su maestro, Gámez Laserna. Con todo, fue en 1958 cuando compone su primera marcha Cristo Chico del Humilladero. Diez años mas tarde Don Pedro Morales hace historia con la marcha Esperanza Macarena, su marcha más popular, y se convierte según los estudiosos en temática músico-procesional en el tercer pilar de esa trilogía musical macarena que todas las madrugás suenan tras el palio de la Virgen de la Esperanza. Primero vendría la de Gámez, posteriormente la de Braña y a los cinco años ésta que nos ocupa. La marcha, dice Mateo Olaya, es un prodigio y que como bien ha revelado el autor en diversas ocasiones se gestó en un arrebato de inspiración que sintió cuando acompañaba por primera vez a la banda del Soria 9, interpretando precisamente la marcha macarena de su maestro y amigo, Pedro Gámez, a su paso por Campana. Cuenta Morales que en ese mismo momento sacó su libreta y esbozó una pequeña idea, las primeras notas de donde germinó el resto de la marcha, en el que las cornetas, junto con trompetas y trombones otorgan un cariz castrense que nos pone en la senda de músicos como Farfán, Gámez y Santiago Ramos Castro.

Olaya entiende que la marcha es trasunto de la música de sus antecesores pero también define a la vez la evolución compositiva de d. Pedro, como en ese movimiento de los metales graves en el pasaje que comúnmente denominamos fuerte de bajos. Su trío, sencillo, hermoso en la melodía, bien podría ser la banda sonora de la Macarena recogiéndose por su barrio como así recoge precisamente la obra Semana Santa de Antón García Abril y producida por Juan Lebrón cuando suena la London Philarmonic y aparece el palio por la calle Parras precedido de una atropellada bulla.

En la década de los setenta suma una de las mejores trilogías musicales que se recuerdan: Virgen de la Paz (1970), Virgen de Montserrat (1970) y Virgen de los Negritos (1972) todas ellas interpretadas con asiduidad tras los pasos de la Virgen de las Penas aun cuando en la actualidad sólo se mantenga la segunda en el repertorio.

En efecto, Virgen de Montserrat se erige en el paradigma de esas composiciones airosas, con aires castrenses, de gran belleza de las que aún perduran en nuestro repertorio, muy propias para las primeras horas de la Estación Penitencial. Llama la atención, según Olaya, su pasaje central, el fuerte de bajos, de enorme voluptuosidad. Al poco de su estreno, se incluyó en el primer disco que grabara d. Pedro con su Banda del Soria 9, titulado “Nuevas marchas de la Semana Santa de Sevilla”, que incluye curiosidades como “Ntra. Sra. del Patrocinio” de Gámez o “Tus Dolores son mis Penas” de Pantión, coetánea de ésta que nos ocupa.

Desde entonces y hasta la actualidad el maestro Morales ha continuado protagonizando el panorama musical de nuestras cofradías con amplia solvencia, registrando inigualables composiciones como Virgen del Refugio (1981), dedicada a la titular de la Hermandad de San Bernardo, marcha que ganó el primer premio del Concurso de la marchas procesionales que convocó el Ayuntamiento de Sevilla, o Virgen del Dulce Nombre (1987), encargada al maestro por el Grupo Joven de la misma Hermandad y convirtiéndose en todo un referente de la música procesional del momento.

Tampoco podemos olvidar sus dos memorables piezas fúnebres, La Soledad (1991), considerada por muchos como su mejor marcha con enormes desarrollos armónicos y giros sinfónicos y de la que también conviene recordar que se interpretó algún Martes Santo por la banda de la Paz, o la dramática Juan Jesús (1998), dedicada a su hijo fallecido, donde el autor se mueve también con sobrada destreza.

Enlace a 
María Santísima de las Penas
Primera salida del Oratorio de Pozos Dulces
Semana Santa de 2009
"Virgen de la Paz"
Banda de Nuestra Señora de la Paz (Málaga)




María Santísima de las Penas
Semana Santa de 2009
"Esperanza Macarena"
Banda de Nuestra Señora de la Paz






I Edición del Premio "Maestro Joaquín de la Orden de las Artes Musicales de Andalucía" 
a D. PEDRO MORALES MUÑOZ.
Banda de la Oliva de Salteras. Dirige el Maestro.
 




Salida de Nuestra Señora de Montserrat
Semana Santa de Sevilla. Viernes Santo de 2010
Tras el Himno suena "Virgen de Montserrat"







Procesión extraordinaria 75 anv. 
María Santísima del Rosario. Hdad de la Sentencia de Málaga. 
"Virgen de Montserrat" por la banda de Tejera.