Queridos
hermanos de Las Penas:
Han pasado ya
casi todos los días de la
cuaresma con sus ritos de preparación y también con los
diferentes actos que la Cofradía realiza. El
día se acerca y ya lo tenemos encima.
Con ello llegan también los últimos preparativos, las prisas, los nervios y las miradas
al cielo. La próxima semana
es Semana Santa y el Martes Santo estaremos, Dios mediante, en las calles de Málaga.
Nuestra Estación de Penitencia ha crecido mucho en los últimos quince años, tanto en espacio como en tiempo. Las escasas cinco horas de otras
épocas se han tornado ahora casi en
nueve. Pero las ganas y la ilusión acumulada
durante todo el año hacen que
todo el tiempo junto a nuestros titulares nos parezca poco. Junto a ellos,
nuestro esfuerzo se ve recompensado.
Pese a esta
dilación, nunca ha sido objetivo de la Cofradía relajar sus formas ni despojarnos de nuestra seriedad.
Esto hace que la nuestra no sea precisamente una estacion de penitencia cómoda, fácil y
asequible. Tenemos que saber dónde vamos y a
qué vamos. Vamos a rezar y vamos a
vivir, por un escaso margen de tiempo, parte del sufrimiento que Jesús de la Agonía padeció por
nosotros. También vamos a
acompañar a María Stma. de las Penas, que tuvo que vivir para ver todas
las vicisitudes por las que pasó su hijo.
Desde aquí, todo el ánimo y toda
alabanza hacia el esfuerzo que hacéis cada martes santo por seguir velando por el sello de Las Penas.
Por eso os queremos decir: Bravo, hermanos de Las Penas, conseguís dar sentido al concepto de Estación de Penitencia. Que quede claro a todo el mundo, los
hermanos de Las Penas reivindicamos el silencio y la seriedad como verdadera
penitencia nazarena. Reivindicamos nuestra compostura nazarena como un medio
para, porqué no decirlo,
disfrutar de la alegría de ser
cristiano y ser hermano de esta corporación. Porque encontrarnos hoy todos tan cercanos a nuestros titulares
debe también ser un
motivo de celebración.
Sabemos que todos habéis
soñado con la llegada de este día
y con estar, cuanto más cerca de Ellos, mejor.
Pero también tenemos que tener presentes las escrituras, dónde
se nos dice que no busquemos ocupar los sitios mejores, ni orar de pie en las
esquinas dónde todos puedan vernos. Por eso hoy queremos
dirigir estas palabras a ese nazareno anónimo de primer tramo que
se confunde en un mar de capirotes, seguramente sin ver a su querido Cristo de
la Agonía o a su amada Virgen de las Penas en toda la
Estación de Penitencia. También
a ese portador de debajo del manto o que va pegado a la mesa, al que nadie conoce
en la Cofradía porque “va por dentro”.
Vuestro saber estar y vuestro compromiso transmiten hondos sentimientos de amor
y de fe. Para vosotros nuestro aplauso, hermanos anónimos
que hacéis el mayor de los esfuerzos rechazando
cualquier posible beneficio.
Las críticas, como siempre, las habrá. Dentro y fuera de aquí. Pero quizá hoy, nuestro
día grande, hemos de poner nuestra
mente y nuestro corazón en otra
cosa: eludir la crítica que nos
recuerda todo lo mundano y preocuparnos más por las cosas de Dios. Que hoy nuestra oración vaya por los que más sufren, por los que pasan hambre, por los que padecen la
injusticia, por los que viven pendientes de una enfermedad. Unamos nuestras
voces hoy no a las de los críticos, sino a
los que rezan a Jesús y a María para poder soportar el día a día.
Nuestra satisfacción,
la del Hermano Mayor que también suscribe estas palabras
y la mía propia como Mayordomo de Procesión,
no será lo que tal o cual medio de comunicación
digan mañana de nosotros. Nuestra satisfacción
será veros las caras al terminar y veros sonreír
con lágrimas en los ojos, quizá
pensando “Hoy, los hermanos de Las Penas hemos hecho algo
grande juntos, algo que seguro que ha agradado a Dios”.
Gracias, hermanos. Y buena Estación
de Penitencia a todos.